lunes, 27 de diciembre de 2010

Articulo "Eso que llaman prosperidad" de Marco Schwartz

Robert Reich no es un peligroso comunista. Fue secretario de Trabajo en la Administración Clinton entre 1993 y 1997 y hoy ejerce como profesor en la prestigiosa universidad de Berkeley. Recientemente, en su blog, hizo un lúcido retrato de los estragos causados por el liberalismo económico en EEUU, en el que queda patente cómo la tan elogiada ola de prosperidad de los últimos 20-30 años, que según el discurso oficial beneficiaba a todos los ciudadanos, estuvo acompañada de un aumento alarmante de la desigualdad social. Así, el 1% más rico del país, que a comienzo de los años ochenta acumulaba el 9% de la renta nacional, hoy controla casi el 25%. Los consejeros de las grandes compañías, que en 1970 ganaban 40 veces el sueldo medio de los trabajadores, hoy reciben 350 veces más. En 2009, cuando la mayor parte de la clase media estadounidense estaba hundida en la recesión, los 25 gestores mejor pagados de hedge funds –instrumentos financieros que están en el origen de la crisis– se llevaron de media 1.000 millones de dólares cada uno. Y, por si fuese poco, el impuesto marginal que pagan es del 17%, mucho menos que la tasa media de las familias.
Pero quizá lo más llamativo del análisis de Reich es que no se limita a señalar como culpable de lo ocurrido a la simple ambición desmedida de unos etéreos especuladores, como suelen hacer los portavoces del establishment para desviar las responsabilidades inherentes al propio sistema, a sus instituciones y procedimientos. “No es sólo avaricia”, dice. “Es también la manipulación sistemática y cada vez más hábil de las leyes y reglas por parte de aquellos capaces de pagar a lobbistas, legisladores, abogados y contables para que hagan el trabajo”.
Más de un lector dirá con desdén que Reich no está descubriendo nada; que ya está más que demostrado que los grandes poderes financieros son los verdaderos gobernantes del mundo. Quizá sea cierto, pero nunca está de más poner a las sociedades ante su espejo, sobre todo en unos momentos en que las fuerzas del liberalismo, lejos de hacer un acto de contrición por los daños causados, se encuentran más desatadas que nunca, imponiendo recetas anticrisis que sólo contribuirán a aumentar o fomentar –también en España– las desigualdades que señala Reich.

(http://blogs.publico.es/versionlibre/309/eso-que-llaman-prosperidad/ )

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Claves wikileaks

http://www.20minutos.es/noticia/900142/0/wikileaks/claves/assange/

Un mes después de que comenzaran las filtraciones sobre WikiLeaks, la opinión pública está dividida en dos sectores. El primero considera peligrosa la revelación de secretos de Estado, por una cuestion de seguridad,por si ocurre en otros paises,mientras que el segundo encuentra apropiado que se sepa cómo funciona el aparato diplomático de Estado Unidos.Es decir, mayor transparencia politica, para tener mayor libertad de decision entre el electorado.
 Julian Assange, en una entrevista saca una serie de conclusiones, entre ellas: “Los valores americanos se están echando a la basura”, dice durante la entrevista. “Simplemente se ha revelado lo que antes no se veía”, y se ha desvelado, entre otros asuntos, la “falsedad de la retórica de Estados Unidos sobre la libertad de prensa en China” y en otros países.

"La historia de las cosas"

Parte 1


Parte 2


Parte 3

miércoles, 8 de diciembre de 2010

CANCIÓN PARA COMPARTIR. SÁLVESE QUIEN PUEDA de VETUSTA MORLA

 LETRA COMPLETA DE LA CANCIÓN:

http://www.metrolyrics.com/salvese-quien-pueda-lyrics-vetusta-morla.html

ANÁLISIS DE LA CANCIÓN:

Principalmente creo que la particularidad de esta canción es que trata sobre la individualidad que impera en nuestra sociedad, trata sobre la ansiedad que cada día mas individuos padecen por su forma de vida, socializacion impartida y escasa curiosidad ante las cosas, "pasan por la vida, pero está no pasa por ellos".

"Puedo volver, Puedo callar, Puedo forzar la realidad, Puedo doler, Puedo arrasar,Puedo sentir que no doy más, Puedo escurrir, Puedo pasar, Puedo fingir que me da igual, Puedo incidir, Puedo escapar, Puedo partirme y negociar la otra mitad"

Vivir en un mundo donde hay que sobrevivir día tras día, con más o menos éxito, y realmente lo que se está consiguiendo es anomia, rabia (lucha contenida o "pasotismo"), ansiedad y ninguna solidaridad/cooperación entre los miembros de la sociedad. Pocos lazos de unión.

"Hay tanto idiota ahí fuera, Puede ser que haga de la rabia mi flor, y con ella mi bandera,Salvese quien pueda"

Es una canción en parte reivindicativa, en parte melancólica, porque refleja muy bien la época actual. Sin embargo, en vez de recordar al "sálvese quién pueda" tiene que servir para darnos cuenta de esta realidad.

LIBRO PARA COMPARTIR: MIEDO A LA LIBERTAD de ERICH FROMM

CONTEXTUALIZACION DE LA OBRA

 Fromm vino a decir que hombre y sociedad no son elementos separados. Fue uno de los primeros en ver que el comportamiento de los conjuntos de hombres individuales son los que dan el impulso que provoca los cambios en las sociedades, eliminando el papel pasivo que se les atribuía hasta entonces; y también fue de los primeros en admitir que las reacciones, motivaciones, ansias, etc., del individuo no son mecánicas, sino que dependen de las circunstancias en las que vive; superando así la categoría de mero ser biológico que se le otorgó Freud. Hombre individual y sociedad se afectan el uno al otro y viceversa, en una indiscutible forma de sinergia.
De esta forma, en esta obra, MIEDO A LA LIBERTAD, Fromm hace un estudio de un problema psicológico importante, como es el concepto de libertad del individuo, tratándolo no sólo desde un punto de vista clínico sino también sociológico, económico e histórico
El comienzo del libro trata sobre el concepto de libertad. Y nos hace ver que, en cierta medida, la libertad va muy ligada al individualismo. Aunque nos muestra que hay muchas formas de entender la idea de libertad  vemos que hay una punto clave en todas las definiciones: “la libertad se alcanza en la medida en la que somos capaces de renunciar a factores que nos protegen”.
Libertad significa ser vulnerable ante la posibilidad de equivocarse. Y significa ser individual, no someterse a la moda, la corriente cultural, ideológica, económica, religiosa, etc. del momento. Para muchas personas, como nos muestra este libro, ese proceso de individualización, de proteger su verdadera personalidad, a costa de desligarse un poco de la sociedad, da miedo.
Para protegernos, reaccionamos de diversas maneras (mecanismos de evasión), como por ejemplo mediante el ejercicio de la autoridad (entendido de muchas maneras, pero básicamente es el sometimiento a un líder, o cualquier figura, ya sea persona o no, a la que se atribuyen poderes casi mágicos, y a la que concedemos que marque nuestra vida), la destructividad (reaccionando de manera violenta contra aquello que creemos que nos impide realizarnos), la conformidad automática (integración en la sociedad, o en un grupo pequeño de ésta, perdiendo por completo la individualidad, y dejando que el conjunto decida por nosotros, dejándonos llevar), etc.
Otro punto clave de esta obra es cuando Erich Fromm analiza de manera histórica la evolución de la sociedad, y por tanto del hombre, desde la Reforma hasta el Nazismo. Y descubre que el nazismo tuvo su fortaleza en el sometimiento voluntario de las personas, a diferencia de lo que se puede creer. (Mecanismo de evasión: un líder al que someterse)
El libro finaliza advirtiéndonos de que la Democracia no nos salva del peligro de los totalitarismos. Cuanto más libertad tienen las personas, más individuales y solas se sienten, más miedo acumulan, y más fácil que surja en ellas el deseo de que alguien les conduzca: un líder religioso, cultural, político... 


 ANÁLISIS DE LA OBRA:

Fromm examina al ser humano desde distintas concepciones buscando coincidencias entre cada una de ellas; el hombre como ser natural, el hombre como ser social, y el hombre como ser libre.
      Al nacer el ser humano se desprende de sus vínculos primarios y comienza el proceso de la individuación. Es éste el momento crucial en la historia personal. El hombre se percibe a sí mismo libre de los vínculos primarios que lo hacían dependiente, pero que al mismo tiempo le otorgaban protección, cuidado y satisfacían todas sus necesidades. Empieza a sentirse solo, y el hombre no puede vivir solo, tiene la necesidad natural de relacionarse con sus semejantes; si no cuenta con los mecanismos adecuados para satisfacer esa necesidad aparece entonces la neurosis. El yo intenta hallar seguridad en los vínculos secundarios, la neurosis es un intento de resolver el conflicto entre su dependencia básica y el anhelo de libertad.
El ser humano debe de aprender a transitar desde la libertad de, hacia la libertad para; en otras palabras, no importa la naturaleza de los vínculos ni de los objetos externos de los que se tiene que separar; lo que realmente importa es cuál va a ser la naturaleza de su accionar al lograr su independencia. De otra forma, el hombre estaría preso en una cárcel sin barrotes, de la que no se atreve a salir por temor a no saber que hay más allá; por tenerle miedo a la libertad.
      El medio y fin de la libertad positiva es la práctica de un arte, el arte de amar. Uno de los mayores logros de Erich Fromm fue haber estudiado científicamente al amor; tarea que antes de él muy pocos habían emprendido, y de haberlo hecho, habían llegado a limitar esta capacidad humana a un mínimo de su verdadera significación.
      Para Freud, por ejemplo, el amor no era más que la racionalización del impulso sexual; en otras palabras, para él el enamoramiento y el cortejo serían poco menos que un proceso “burocrático” por el cual un varón y una mujer tienen que pasar para satisfacer sus instintos sexuales ya que la represión causada por la sociedad no permite hacerlo directamente.
      Sin embargo, si queremos darle una solución a la gran cantidad de problemas sociales causados por la mala orientación de los sentimientos, la definición anterior se queda corta. Es necesario entonces darle un nuevo enfoque a la naturaleza de ésta cualidad humana; y Erich Fromm lo hace mediante un tratado acerca del amor y su desintegración en la sociedad del consumo.
Igual que como ocurre con los bienes de consumo, el hombre es susceptible de alienarse de otro ser humano. Esto ocurre sobre todo en las relaciones de pareja (aunque  no sólo en ellas). En la sociedad contemporánea, la persona “amada” se vuelve un producto que se vende al mejor postor; éste obtendrá dicho producto en recompensa a la imagen de éxito social que lo(a) hace atractivo(a) ante los demás; la idea de un intercambio mutuamente favorable. "Una mujer o un hombre atractivos son los premios que se quiere conseguir". En ésta transacción, el amor simplemente no tiene lugar.
      Ya no existe ese estado ideal en la que el caballero no se rendía hasta alcanzar la nobleza de corazón y de esa manera ser merecedor de que la dama acepte compartir su camino con él; ahora sólo se adora la imagen externa, porque proyectamos en ésta las potencialidades propias de cada quien que nadie se atreve a explorar dentro de sí mismo.
  La condición fundamental para el logro del amor es la superación del propio narcisismo; la capacidad de ser sensible a uno mismo, y de éste modo reconocer que somos uno con los demás. Después de todo, la felicidad del hombre depende de la solidaridad que siente con sus semejantes, con las generaciones pasadas y futuras; depende del anhelo de sentir que su historia individual pertenece a una humanidad y a una historia colectiva.
 Individuos sanos inexorablemente conformarán una sociedad sana. Como todo humanista, Fromm defiende la idea de que la sociedad debe otorgar condiciones igualitarias para los individuos que la conforman. Pero las cuestiones económicas son secundaras, e incluso carentes de significado, si las personas no desarrollan su capacidad de la razón, el amor y el trabajo productivo. Por eso Fromm abogó por un tipo de sociedad a la que llamó “Socialismo Humanístico Comunitario: Una sociedad en la que los hombres estén ligados entre sí por lazos de amistad, en la que estén unidos más por vínculos de fraternidad y solidaridad que por los de sangre o patrióticos; una sociedad que otorgue la posibilidad de trascender a la naturaleza, creando más que destruyendo, en la que todos adquieran un sentido de pertenencia, experimentando su propia personalidad más como sujeto de sus poderes que como conformidad; una sociedad en la que exista un sistema de orientación que no necesite distorsionar la realidad humana”    
 Intensas luchas y revoluciones sociales han estado presentes durante toda la historia de la humanidad. Sin embargo, como he tratado de exponer hasta aquí, en muy poco han cumplido con el objetivo de construir un mundo mejor. Y es que es más fácil iniciar una guerra que poner la voluntad y el corazón a trabajar para construir la utopía con la que un psicólogo como Erich Fromm soñó. Pero al fin y al cabo, el camino más largo y más difícil es el que hace la deferencia.

CONCLUSIONES

      Es importante señalar que ni siquiera los paradigmas científicos más sólidos están libres del peligro de caer en una rigidez extrema, tal es el caso del psicoanálisis. El caso nos demuestra que no hay absolutismos a la hora de explicar la naturaleza humana y que no hay que perder de vista las capacidades que pueden hacer del hombre una persona sana.
 Fromm por sí mismo sólo practicó la psicoterapia psicoanalítica, y sólo en un primer momento de su trayectoria como psicólogo. Sin embargo, la teoría de la personalidad que ha sido expuesta en éste trabajo, puede ser tomada como marco conceptual para dos corrientes muy potentes dentro de humanismo: la psicoterapia centrada en el cliente, de Carl Rogers y la psicoterapia del sentido de la vida (logoterapia), de Viktor Frankl.
   La primera sostiene que el hombre es un ser libre, que sólo el ejercicio de esa libertad es lo que hace a una persona feliz y productiva, que la persona que viene a terapia es una persona contrariada que no sabe como descubrirse a sí misma, y que en terapia es el lugar preciso para que se exprese la plenitud de su “yo”.
Viktor Frankl por su parte, actúa bajo la premisa fundamental que el ser hombre de manera natural busca un sentido en la vida, tiene una voluntad permanente que lo hace luchar para encontrar ese sentido, y que una persona contrariada (como la que viene a terapia) ha sufrido un truncamiento de esa voluntad, muchas veces por perder de vista su verdadera naturaleza. Lo que hace el logoterapeuta es darle el apoyo necesario para que vuelva a encontrar el sendero perdido.
      Definitivamente  una
comprensión holística del ser humano puede ayudar a éste a encontrar la felicidad de sí mismo y de los que lo rodean.