CONTEXTUALIZACION DE LA OBRA
Fromm vino a decir que hombre y sociedad no son elementos separados. Fue uno de los primeros en ver que el comportamiento de los conjuntos de hombres individuales son los que dan el impulso que provoca los cambios en las sociedades, eliminando el papel pasivo que se les atribuía hasta entonces; y también fue de los primeros en admitir que las reacciones, motivaciones, ansias, etc., del individuo no son mecánicas, sino que dependen de las circunstancias en las que vive; superando así la categoría de mero ser biológico que se le otorgó Freud. Hombre individual y sociedad se afectan el uno al otro y viceversa, en una indiscutible forma de sinergia.
De esta forma, en esta obra, MIEDO A LA LIBERTAD, Fromm hace un estudio de un problema psicológico importante, como es el concepto de libertad del individuo, tratándolo no sólo desde un punto de vista clínico sino también sociológico, económico e histórico
El comienzo del libro trata sobre el concepto de libertad. Y nos hace ver que, en cierta medida, la libertad va muy ligada al individualismo. Aunque nos muestra que hay muchas formas de entender la idea de libertad vemos que hay una punto clave en todas las definiciones: “la libertad se alcanza en la medida en la que somos capaces de renunciar a factores que nos protegen”.
Libertad significa ser vulnerable ante la posibilidad de equivocarse. Y significa ser individual, no someterse a la moda, la corriente cultural, ideológica, económica, religiosa, etc. del momento. Para muchas personas, como nos muestra este libro, ese proceso de individualización, de proteger su verdadera personalidad, a costa de desligarse un poco de la sociedad, da miedo.
Para protegernos, reaccionamos de diversas maneras (mecanismos de evasión), como por ejemplo mediante el ejercicio de la autoridad (entendido de muchas maneras, pero básicamente es el sometimiento a un líder, o cualquier figura, ya sea persona o no, a la que se atribuyen poderes casi mágicos, y a la que concedemos que marque nuestra vida), la destructividad (reaccionando de manera violenta contra aquello que creemos que nos impide realizarnos), la conformidad automática (integración en la sociedad, o en un grupo pequeño de ésta, perdiendo por completo la individualidad, y dejando que el conjunto decida por nosotros, dejándonos llevar), etc.
Otro punto clave de esta obra es cuando Erich Fromm analiza de manera histórica la evolución de la sociedad, y por tanto del hombre, desde la Reforma hasta el Nazismo. Y descubre que el nazismo tuvo su fortaleza en el sometimiento voluntario de las personas, a diferencia de lo que se puede creer. (Mecanismo de evasión: un líder al que someterse)
El libro finaliza advirtiéndonos de que la Democracia no nos salva del peligro de los totalitarismos. Cuanto más libertad tienen las personas, más individuales y solas se sienten, más miedo acumulan, y más fácil que surja en ellas el deseo de que alguien les conduzca: un líder religioso, cultural, político...
ANÁLISIS DE LA OBRA:
Fromm examina al ser humano desde distintas concepciones buscando coincidencias entre cada una de ellas; el hombre como ser natural, el hombre como ser social, y el hombre como ser libre.
Al nacer el ser humano se desprende de sus vínculos primarios y comienza el proceso de la individuación. Es éste el momento crucial en la historia personal. El hombre se percibe a sí mismo libre de los vínculos primarios que lo hacían dependiente, pero que al mismo tiempo le otorgaban protección, cuidado y satisfacían todas sus necesidades. Empieza a sentirse solo, y el hombre no puede vivir solo, tiene la necesidad natural de relacionarse con sus semejantes; si no cuenta con los mecanismos adecuados para satisfacer esa necesidad aparece entonces la neurosis. El yo intenta hallar seguridad en los vínculos secundarios, la neurosis es un intento de resolver el conflicto entre su dependencia básica y el anhelo de libertad.
Al nacer el ser humano se desprende de sus vínculos primarios y comienza el proceso de la individuación. Es éste el momento crucial en la historia personal. El hombre se percibe a sí mismo libre de los vínculos primarios que lo hacían dependiente, pero que al mismo tiempo le otorgaban protección, cuidado y satisfacían todas sus necesidades. Empieza a sentirse solo, y el hombre no puede vivir solo, tiene la necesidad natural de relacionarse con sus semejantes; si no cuenta con los mecanismos adecuados para satisfacer esa necesidad aparece entonces la neurosis. El yo intenta hallar seguridad en los vínculos secundarios, la neurosis es un intento de resolver el conflicto entre su dependencia básica y el anhelo de libertad.
El ser humano debe de aprender a transitar desde la libertad de, hacia la libertad para; en otras palabras, no importa la naturaleza de los vínculos ni de los objetos externos de los que se tiene que separar; lo que realmente importa es cuál va a ser la naturaleza de su accionar al lograr su independencia. De otra forma, el hombre estaría preso en una cárcel sin barrotes, de la que no se atreve a salir por temor a no saber que hay más allá; por tenerle miedo a la libertad.
El medio y fin de la libertad positiva es la práctica de un arte, el arte de amar. Uno de los mayores logros de Erich Fromm fue haber estudiado científicamente al amor; tarea que antes de él muy pocos habían emprendido, y de haberlo hecho, habían llegado a limitar esta capacidad humana a un mínimo de su verdadera significación.
Para Freud, por ejemplo, el amor no era más que la racionalización del impulso sexual; en otras palabras, para él el enamoramiento y el cortejo serían poco menos que un proceso “burocrático” por el cual un varón y una mujer tienen que pasar para satisfacer sus instintos sexuales ya que la represión causada por la sociedad no permite hacerlo directamente.
Sin embargo, si queremos darle una solución a la gran cantidad de problemas sociales causados por la mala orientación de los sentimientos, la definición anterior se queda corta. Es necesario entonces darle un nuevo enfoque a la naturaleza de ésta cualidad humana; y Erich Fromm lo hace mediante un tratado acerca del amor y su desintegración en la sociedad del consumo.
El medio y fin de la libertad positiva es la práctica de un arte, el arte de amar. Uno de los mayores logros de Erich Fromm fue haber estudiado científicamente al amor; tarea que antes de él muy pocos habían emprendido, y de haberlo hecho, habían llegado a limitar esta capacidad humana a un mínimo de su verdadera significación.
Para Freud, por ejemplo, el amor no era más que la racionalización del impulso sexual; en otras palabras, para él el enamoramiento y el cortejo serían poco menos que un proceso “burocrático” por el cual un varón y una mujer tienen que pasar para satisfacer sus instintos sexuales ya que la represión causada por la sociedad no permite hacerlo directamente.
Sin embargo, si queremos darle una solución a la gran cantidad de problemas sociales causados por la mala orientación de los sentimientos, la definición anterior se queda corta. Es necesario entonces darle un nuevo enfoque a la naturaleza de ésta cualidad humana; y Erich Fromm lo hace mediante un tratado acerca del amor y su desintegración en la sociedad del consumo.
Igual que como ocurre con los bienes de consumo, el hombre es susceptible de alienarse de otro ser humano. Esto ocurre sobre todo en las relaciones de pareja (aunque no sólo en ellas). En la sociedad contemporánea, la persona “amada” se vuelve un producto que se vende al mejor postor; éste obtendrá dicho producto en recompensa a la imagen de éxito social que lo(a) hace atractivo(a) ante los demás; la idea de un intercambio mutuamente favorable. "Una mujer o un hombre atractivos son los premios que se quiere conseguir". En ésta transacción, el amor simplemente no tiene lugar.
Ya no existe ese estado ideal en la que el caballero no se rendía hasta alcanzar la nobleza de corazón y de esa manera ser merecedor de que la dama acepte compartir su camino con él; ahora sólo se adora la imagen externa, porque proyectamos en ésta las potencialidades propias de cada quien que nadie se atreve a explorar dentro de sí mismo.
Ya no existe ese estado ideal en la que el caballero no se rendía hasta alcanzar la nobleza de corazón y de esa manera ser merecedor de que la dama acepte compartir su camino con él; ahora sólo se adora la imagen externa, porque proyectamos en ésta las potencialidades propias de cada quien que nadie se atreve a explorar dentro de sí mismo.
La condición fundamental para el logro del amor es la superación del propio narcisismo; la capacidad de ser sensible a uno mismo, y de éste modo reconocer que somos uno con los demás. Después de todo, la felicidad del hombre depende de la solidaridad que siente con sus semejantes, con las generaciones pasadas y futuras; depende del anhelo de sentir que su historia individual pertenece a una humanidad y a una historia colectiva.
Individuos sanos inexorablemente conformarán una sociedad sana. Como todo humanista, Fromm defiende la idea de que la sociedad debe otorgar condiciones igualitarias para los individuos que la conforman. Pero las cuestiones económicas son secundaras, e incluso carentes de significado, si las personas no desarrollan su capacidad de la razón, el amor y el trabajo productivo. Por eso Fromm abogó por un tipo de sociedad a la que llamó “Socialismo Humanístico Comunitario: Una sociedad en la que los hombres estén ligados entre sí por lazos de amistad, en la que estén unidos más por vínculos de fraternidad y solidaridad que por los de sangre o patrióticos; una sociedad que otorgue la posibilidad de trascender a la naturaleza, creando más que destruyendo, en la que todos adquieran un sentido de pertenencia, experimentando su propia personalidad más como sujeto de sus poderes que como conformidad; una sociedad en la que exista un sistema de orientación que no necesite distorsionar la realidad humana”
Intensas luchas y revoluciones sociales han estado presentes durante toda la historia de la humanidad. Sin embargo, como he tratado de exponer hasta aquí, en muy poco han cumplido con el objetivo de construir un mundo mejor. Y es que es más fácil iniciar una guerra que poner la voluntad y el corazón a trabajar para construir la utopía con la que un psicólogo como Erich Fromm soñó. Pero al fin y al cabo, el camino más largo y más difícil es el que hace la deferencia.
CONCLUSIONES
Es importante señalar que ni siquiera los paradigmas científicos más sólidos están libres del peligro de caer en una rigidez extrema, tal es el caso del psicoanálisis. El caso nos demuestra que no hay absolutismos a la hora de explicar la naturaleza humana y que no hay que perder de vista las capacidades que pueden hacer del hombre una persona sana.
Fromm por sí mismo sólo practicó la psicoterapia psicoanalítica, y sólo en un primer momento de su trayectoria como psicólogo. Sin embargo, la teoría de la personalidad que ha sido expuesta en éste trabajo, puede ser tomada como marco conceptual para dos corrientes muy potentes dentro de humanismo: la psicoterapia centrada en el cliente, de Carl Rogers y la psicoterapia del sentido de la vida (logoterapia), de Viktor Frankl.
La primera sostiene que el hombre es un ser libre, que sólo el ejercicio de esa libertad es lo que hace a una persona feliz y productiva, que la persona que viene a terapia es una persona contrariada que no sabe como descubrirse a sí misma, y que en terapia es el lugar preciso para que se exprese la plenitud de su “yo”.
Viktor Frankl por su parte, actúa bajo la premisa fundamental que el ser hombre de manera natural busca un sentido en la vida, tiene una voluntad permanente que lo hace luchar para encontrar ese sentido, y que una persona contrariada (como la que viene a terapia) ha sufrido un truncamiento de esa voluntad, muchas veces por perder de vista su verdadera naturaleza. Lo que hace el logoterapeuta es darle el apoyo necesario para que vuelva a encontrar el sendero perdido.
Definitivamente una comprensión holística del ser humano puede ayudar a éste a encontrar la felicidad de sí mismo y de los que lo rodean.
Definitivamente una comprensión holística del ser humano puede ayudar a éste a encontrar la felicidad de sí mismo y de los que lo rodean.
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